miércoles, 29 de septiembre de 2010

Crítica Panorama de la Literatura Alemana Contemporánea

Por Graciela Wamba
Revista de Filología Alemana
 
Muy acertadamente Burello nos explica desde la introducción que el espíritu de este libro no es compendiar en numerosos tomos la segunda mitad del siglo XX, ni mucho menos intentar abarcarlo con una "especie de tetralogía operativa, a saber: el período que va de 1945 a 1968, el que va de 1968 a 1989, el que va de 1990 hasta el día de hoy, y un cuarto miembro aislado y sui generis como lo es la RDA" (República Democrática Alemana) (p. 5). Otro tanto ocurre con la concepción de la literatura alemana según cierta tradición académica: "la literatura alemana es literatura escrita en alemán, y el alemán es lengua extensa y conflictiva: la lengua de Kant y de Hitler, de Lutero y de Herzl, de Goethe y de Kafka [...] la literatura alemana se sitúa de lleno -para bien o para mal suyo- en el ojo de la tormenta" (p. 7); "Los hitos históricos que jalonan más precisamente la segunda mitad del siglo XX, o tienen su epicentro en Alemania, como la Segunda Guerra Mundial y sus hondas secuelas, o repercuten más allí que en otro lugar, como el desmoronamiento del orden alternativo al sistema capitalista, o siquiera guardan un correlato directo, como las crisis económico-políticas que se concentraron entre 1967 y 1968" (p. 7).
En tercer lugar Burello utiliza un criterio de selección de textos muy valiosos para los lectores que parten desde el castellano para acercarse a la literatura alemana: "en lo que sigue se ensayará un esquema posible de esta historia apasionante, apenas revelada al actual lector en castellano. Renunciando por principio a toda absurda pretensión de ser exhaustivos. Aquí optamos por la representatividad de los textos y los autores abordados, atendiendo a su relevancia intrínseca e incluso a su eventual disponibilidad en castellano" (p. 8).
La época del Tercer Reich se abarca en el capítulo "El silencio" en el que se analiza la complicada vida cultural de los intelectuales sometidos al régimen o comprometidos con él, así como se atiende al fenómeno posbélico y básicamente a la literatura del exilio y de la emigración. De forma clara y precisa se vierte una visión de conjunto sobre la llamada literatura del año cero, literatura de ruinas y se trata de ubicar al lector en la doble aparición de las repúblicas alemanas dentro de un tenso panorama de recuperación del campo literario.
En "Balbuceos" se pasa revista a la actividad literaria y editorial de la década de los 50 y 60 en la República Federal Alemana utilizando la visión retrospectiva de aquellos como Günter Grass, Arno Schmidt, o Hermann Hesse que se convirtieron en testigos de época de incalculable valor.
El capítulo "Pedir la palabra" se detiene en el Grupo 47, sus mentores y el comienzo de una literatura más comprometida con la realidad como con Rolf Hochhuth y Peter Weiss. En "Lengua extranjera" se presenta el muro como división de dos ámbitos culturales y a los autores del Este como protagonista de un fenómeno de proyecto político en el que la libertad personal estaba coartada. Los escándalos y los espionajes, las rebeliones de los intelectuales y las fugas son el marco descriptivo del capítulo sobre la RDA a la que, ya en la actualidad, se la puede observar con mejor material y mejores testimonios que hace una década, como por ejemplo, por lo publicado por Erich Loest sobre sus archivos secretos.
"Gritos" se ocupa de los movimientos estudiantiles y de las vanguardias de la década del 60 y sus repercusiones en el campo literario tanto en narrativa como en teatro.
"Las voces interiores" habla de la nueva sensibilidad o nueva subjetividad de los 70 y Burello no olvida mencionar el comienzo de la literatura gay y feminista con importantes figuras femeninas como la suiza Verena Stefan e Ingeborg Bachmann, la literatura de corte autobiográfico (Väterliteratur) y a los autores de presencia en los medios radiales y televisivos como Jurek Becker, Dieter Wellershof, Uwe Timm.
"(con) fusión de lenguas" abarca la década de los 80 con su característica de multiplicidad y diversidad y se presentan nuevas aristas, ya que Burello toma en cuenta la literatura de los emigrados del Este, especialmente el fenómeno de minorías germanoparlantes que utilizan el alemán como idioma literario, del cual en fecha de aparición de este libro, Herta Müller se convierte en Premio Nobel. "Verdad es que más allá del significado político de la recepción de las víctimas del eje Moscú- Berlín, la inclusión de la "otra Alemania" viene a sumarse a los actuales debates por la memoria y la identidad, con los que la literatura supera el nivel del individuo y traspola la reflexión a lo social y lo nacional, sin abandonar el plexo temático recurrente de la década anterior" (p. 93).
También en esa década corresponde hablar del posmodernismo alemán con figuras como Christoff Ransmayr, Patrick Süskind, tanto como del revisionismo de Peter Weiss en "La estética de la resistencia", sin obviar la conjugación de los nuevos medios de la comunicación en el campo cultural, que genera figuras híbridas como Herbert Achternbusch. Otro tanto pasa con esa década en Suiza y Austria, de los cuales se toma a Elfriede Jelinek (Premio Nobel 2004), Thomas Bernhard y Peter Handke.
En "a viva voz" Burello encara la década del 90 con el tema ineludible de la reunificación con la "literatura del cambio" (Wendeliteratur), el gran conflicto y discusión a propósito de Christa Wolf, la de los nuevos autores surgidos después de la reunificación como Thomas Brussig o Marcel Beyer, Ingo Schulze que responden a una modernidad de páginas Web y entrecruce de medios. Otro lugar aparte lo ocupan figuras disímiles como Bernhard Schlink y W.G. Sebald, quienes aportan otra literatura debido quizás a su franja etaria (nacidos en 1944) y su concepción original y propia de la literatura. Tampoco se omiten en este "Panorama" la literatura de migrantes como en el caso del novelista alemán de origen turco Feridun Zaimoglu o la escritora Emine Sevgi Özdamar, o la de Georg Tabori que si bien es húngarobritánico quedó inscrito dentro de este sistema cultural. El cierre de los noventa no omite el caso Günter Grass con su revisión del siglo, ni el de Martin Walser y su antisemitismo en "La muerte de un crítico".
Como todo intento de acercarse a lo último aparecido queda el final abierto de la actual literatura alemana, multifacética, multicultural, abarcadora de fenómenos de longevidad artística como Jünger, Grass, Lenz, pero también de precocidad como Juli Zeh y Daniel Kehlman que empezaron como novelistas ventiañeros. También está la pregunta de la sobrevida de la literatura alemana a causa de la globalización y de la falta de problemas, pero eso ya pertenece a la ciencia oracular y a nuestra impaciencia de contemporáneos.
Con este libro tan bien estructurado y compactado en información se ofrece un claro espectro de estas décadas pasadas y se adapta tanto a la necesidad de un lector que desea informarse como a la curiosidad de un estudiante universitario que espera encontrar una visión de conjunto de la literatura en lengua alemana, sin dejar de mencionar la presencia de una acertada bibliografía secundaria general y específica en alemán y en castellano seleccionada con muy buen criterio.
Aquellos profesores que tienen el honor de enseñar en la universidad Literatura en lengua alemana en castellano, como es mi caso, le agradecen al autor el aporte realizado con esta obra.

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