lunes, 1 de noviembre de 2010

Eliseo Verón sobre ESCRITOS de Antoine Culioli


Si se quiere ubicar a Culioli en una perspectiva histórica, desde el punto de vista no solamente de la semiótica, sino de las ciencias socialesen general, la cuestión capital es la ruptura que produce Culioli
tanto con la tradición saussuriana como con el horizonte chomskyano. Esta doble ruptura, creo, contiene una mutación conceptual.
Como sabemos, la impronta de esa primera lingüística que se apropió de la idea moderna de la cientificidad (heredera de Saussure) produjo en las ciencias sociales una hibridación entre el objeto que había sido definido como la Lengua, y los conceptos de sistema, de estructura y de código. En ese marco, el estudio del lenguaje generó una primera (y profunda) transformación de la problemáticade las ciencias humanas y sociales. Pero contenía una disociación entre lo individual y lo social que probó ser históricamente irreductible, en la medida en que los dos caminos abiertos para un desarrollo teórico posible conformaron una alternativa estéril: o bien una subjetivización de la semiosis, con la consecuente instauración del sujeto hablante como fuente final del sentido, o bien la reificación del sistema. Benveniste fue la figura clave de la subjetivización, que la pragmática anglo-americana terminó de consagrar. La reificación había tenido en las ciencias sociales una primera figura, la del funcionalismo. Cuando, al término de la segunda guerra mundial, irrumpe el pensamiento tecnológico de la cibernética y se formulan los modelos matemáticos de la comunicación, que transforman el concepto de sistema y lo asocian a las nacientes teorías del control y de la computación, se produce la convergencia con la naciente lingüística generativo-transformacional de Chomsky. Aunque lamirada retrospectiva de Chomsky sobre este proceso ha sido ambigua, rebelándose contra la idea de una contribución suya a la teoría puramente algorítmica del lenguaje, no cabe duda que esa convergencia comporta una figura particular de reificación del sistema, que se expresa, entre otras cosas, en el modelo unificado del sujeto hablante-oyente (speaker-hearer) donde, para utilizar conceptos culiolianos, todo ajuste inter-sujetos y todo proceso de regulación desaparecen. 
Culioli rechaza la distinción entre lengua y habla (que históricamente está en el origen de las dificultades para articular correctamente los niveles de descripción de la semiosis), diciendo con irónicaprudencia que no le parece una distinción científicamente interesante o, ante la pregunta directa sobre si la rechaza, responde: “si yo la rechazo… tal vez sea peor aún, digamos… que no me concierne” y combate con igual fuerza la perspectiva chomskyana la cual, según él, opera por simplificación y se contenta con estudiar “el esqueleto”.
Al definir el objeto de la lingüística como “l’activité langagière”, Culioli se desembaraza de la oposición lengua/habla. Dicha expresión tiene en francés la ventaja de producir una clara diferenciación con respecto a lo lingüístico (le linguistique), siempre susceptible de un reenvío a la ciencia del lenguaje y no a su objeto, y que en castellanosólo podemos traducir con un genitivo: la actividad de lenguaje, dado que no podemos decir la actividad lengüera o lenguajera. El concepto de actividad de lenguaje escapa así al espacio trazado por las nociones propiamente saussurianas de lengua, lenguaje y habla: no correspondea ninguna de las tres y dibuja un campo dinámico que puede insertarse clara y adecuadamente en la problemática actual sobre la cognición. El pensamiento de Culioli no es un pensamiento de los términos sino de las relaciones, como lo fueron el de Peirce en la semiótica, el de Lévi-Strauss y el de Bateson en antropología, el de Goffman en la microsociología. 
Por un lado, Culioli afirma rotundamente que “Benveniste se queda en un análisis estructural clásico” y que “lo enunciativo es otra cosa”. Por otro lado, que “Chomsky (…) ha funcionado (…) con un cierto número de puntos de referencia más o menos implícitos: una cierta concepción de la lógica, una cierta concepción de la
simplicidad de los fenómenos (…) un cierto modelo informático ligado.
“Yo no creo que la actividad intersujetos, de orden simbólico, que tenemos en la actividad de lenguaje, sea reductible a una racionalidad explícita, a la racionalidad que ese modelo informático supone, ni tampoco que reenvíe a ajustes que serían ajustes explícitos. Porque eso querría decir que casi siempre hay toma de conciencia de lo que hacemos cuando hablamos. Ahora bien, ¡no! No tenemos conciencia de lo que hacemos, nos damos cuenta que se trata de regulaciones no conscientes que operan en el lenguaje”. El abandono del sujeto hablante como fuente final del sentido y el rechazo del “esqueleto” chomskyano, son en Culioli aspectos de un solo y mismo combate.
En el trabajo teórico, destinado a homogeneizar la heterogeneidad empírica de la actividad de lenguaje sin perder en el camino la complejidad de los procesos, el lingüista se enfrentará a tres niveles. El nivel 1 es el del funcionamiento cognitivo de los sujetos: procesos mentales de representación, de referenciación, y de regulación intersujetos. Culioli aclara: “Cuando hablo de cognición tomo el término en sentido amplio. El afecto forma parte de la cognición; no hay por un lado lo cognitivo que sería el ámbito de la racionalidad explícita, y lo afectivo que sería el lugar de los sentimientos y la imaginación descontrolada”. A muchos años de distancia, el eco de Peirce sigue resonando: “Los sentimientos (…) forman la fibra y la trama de la cognición y aún en el sentido objetable de placer y dolor, son constitutivos de la cognición”.

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